Tragedia y la Esperanza 101 - Capítulo 1
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Tragedia & Esperanza 101
-- Contribuyentes
-- Introducción - Por G. Edward Griffin
-- Capítulo 1 - Democracia
-- Capítulo 2 - Poder detrás del trono
-- Capítulo 3 - La Red se apodera de América
-- Capítulo 4 - Dinero: El instrumento definitivo
-- Capítulo 5 - El problema - la solución
-- Capítulo 6 - Los Gobernantes se Representan a Sí Mismos
-- Capítulo 7 - Hundir a la Liga - Elevar los fascistas
-- Capítulo 8 - Hombres Falsos y Conspiradores
-- Capítulo 9 - Revisitando la Realpolitik
-- Pensamientos Finales / Lecturas recomendadas

Contribuyentes
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- Neal Fox, The Conspiracy Project
- Kenneth Pollinger, Ph.D. AwarenessCenters.com
- Perry Clark
Introducción
por G. Edward Griffin
Si alguna vez ha visto de cerca a un ilusionista hacer magia, entonces conoce el poder de la distracción y la prestidigitación. Incluso en una habitación llena de observadores suspicaces y atentos, el ilusionista es capaz de engañarlos a todos. Explotando las debilidades conocidas de la mente humana y mediante el empleo de los trucos del oficio, logra engañar al público sin importar que este quiera ser engañado o no.
Imagínese lo que podría lograr una "red" de ilusionistas políticos igual de talentosa. Actuando frente a una audiencia compuesta en su mayoría de confiados observadores casuales, aprovechándose de las debilidades conocidas de la mente humana, y empleando los trucos del oficio, ellos también engañan al público, quiera este ser engañado o no.
Después de haber pasado cerca de sesenta años de mi vida investigando y escribiendo sobre los ilusionistas que controlan nuestro mundo, puedo decir sin titubear que usted está a punto de enterarse de algunos de sus más ocultos secretos. Joe ha hecho un trabajo excepcional escardando a través del libro de Carroll Quigley, Tragedy & Hope. Él ha capturado la esencia de lo que Quigley llama "la Red" y ha hecho que esta importante información sea asequible para la persona promedio, que sencillamente no tiene el tiempo para leer un libro de historia de 1.300 páginas. Incluso para aquellos que estén dispuestos a leer todo el tomo, Joe ha creado una guía de introducción y estudio que será de mucha utilidad al estudiante serio.
El saber quién fue Carroll Quigley, y de los engaños que él reveló, resulta esencial para comprender el verdadero mundo de hoy en día. Su estrecha relación con la Red y su aprobación de los objetivos de ésta, le hizo posible que proporcionar un análisis desde dentro de las mentes y los métodos de la élite mundial. Sin este conocimiento, las acciones de aquellos que dominan el gobierno de Estados Unidos y el mundo Occidental no tendrían sentido. Con él, todo termina por encajar.
Esté prevenido de que el viaje que está a punto de comenzar no es para pusilánimes. Si usted está cómodo con las ilusiones que en la actualidad llenan la realidad política, este libro no es para usted, porque una vez que descubra cómo los engañadores hacen su magia, la comodidad de la ignorancia ya no será posible. Una vez que se toca la campana, su sonido no puede borrarse.
La campana empieza a sonar en la página siguiente.
Capítulo 1
Democracia
¿Alguna vez ha sentido que la democracia es sólo una ilusión? ¿Alguna vez ha sospechado que hay "gente muy poderosa" que ha creado un sistema que aparenta ser democrático, pero que en realidad elimina al ciudadano común del proceso de toma de decisiones? Alguna vez se ha preguntado: "¿Quién está realmente ejecutando las cosas, y qué es exactamente lo que están tratando de lograr?" Si es así, usted no está solo.
Por suerte, un profesor de historia educado en Harvard llamado Carroll Quigley escribió un puñado de libros respondiendo a todas estas preguntas y más. Desafortunadamente, las respuestas son muy preocupantes, sobre todo para aquellos que han aceptado los mitos comunes del "gobierno democrático".
En la obra de Quigley encontramos que las constituciones nacionales se ven normalmente socavadas por los líderes que son elegidos para defenderlas. Nos enteramos de que "todos los instrumentos sociales tienden a convertirse en instituciones", independientemente de su origen benévolo, y, a partir de entonces, la institución es manejada en beneficio de quienes la controlan (a expensas de su propósito original).[1]
Tal vez lo más perturbador que revela Quigley, es que el verdadero poder opera entre bastidores, oculto, y con poco que temer de las denominadas elecciones democráticas. Se demuestra que las conspiraciones, sociedades secretas y pequeñas y poderosas redes de individuos no sólo son reales, sino que son extremadamente eficaces en la creación o destrucción de naciones enteras y de la configuración del mundo en su conjunto. Aprendemos que el "gobierno representativo" es, en el mejor de los casos, una estafa cuidadosamente manejada.
Dado que estas inquietantes verdades contradicen a casi todo lo que nuestro gobierno, el sistema educativo y los medios de comunicación nos han enseñado a creer, muchos las rechazarán inmediatamente como algo absurdo. "Únicamente los paranoicos teóricos de conspiraciones creen en este tipo de cosas," dirán. Sin embargo, hay un gran problema: Carroll Quigley no era ningún teórico paranoico de conspiraciones. Muy por el contrario, Quigley fue un destacado historiador que se especializó en el estudio de la evolución de las civilizaciones, así como de las sociedades secretas. Estudió historia en la Universidad de Harvard, donde obtuvo su licenciatura, maestría y un doctorado. Fue profesor en la Universidad de Princeton, la Universidad de Harvard y la Escuela de Servicio Diplomático de la Universidad de Georgetown. Trabajó como asesor en el Departamento de Defensa de Estados Unidos, la Marina de los Estados Unidos, y el Instituto Smithsoniano.[2]
En resumen, Carroll Quigley era un miembro bien conectado y prestigioso de la sociedad de la Ivy League. Basado en sus propias palabras y su formación como historiador, parece ser que fue elegido por los miembros de una red secreta para escribir la verdadera historia de su ascenso al poder. Sin embargo, como Quigley se dio cuenta más tarde, estos individuos ni esperaban ni se propusieron que él publicara sus secretos para que el mundo entero pudiera verlos. Poco después de la publicación de Tragedy and Hope en 1966, "la Red", al parecer, expresó su descontento al editor de Quigley, y el libro que había pasado veinte años escribiendo fue retirado del mercado. Como Quigley describe:
La edición original publicada por Macmillan en el año 1966 vendió cerca de 8800 copias y las ventas estaban acelerándose en 1968 cuando las copias "se agotaron", como me fue informado (pero en 1974, cuando fui tras ellos con un abogado, me dijeron que habían destruido las placas originales en 1968). Me mintieron durante seis años, diciéndome que iban a volver a imprimir cuando tuvieran 2.000 órdenes, lo que nunca podría ocurrir ya que le decían a todo aquel que preguntaba que la obra estaba agotada y no sería reimpresa. Ellos negaron todo esto hasta que envié fotocopias de tales respuestas a las bibliotecas, a lo que ellos respondieron que era error de un empleado. En otras palabras, me mintieron, y de esa manera me impidieron la recuperación de los derechos de publicación. [Los derechos se revierten al titular del copyright si el libro está agotado, pero no si el libro está simplemente agotado.]... Poderosas influencias en este país quieren que yo, o al menos mi trabajo, sea eliminado.[3]
Un libro como ningún otro
Si decide leer Tragedy and Hope, lo primero que probablemente note es su tamaño. En más de mil trescientas páginas, aproximadamente seiscientas mil palabras, y con un peso de alrededor de cinco libras, se puede afirmar que no fue escrito para el lector ocasional. Tampoco se ha escrito como una novela, llena de escandalosas e interesantes golosinas conspirativas en cada página. Más bien, como es de esperar de un historiador de la Ivy League, es una lectura larga, y con frecuencia tediosa, de la cual el 95 por ciento se compone de economía básica, política e historia diplomática. Sin embargo, en el otro 5 por ciento, encontrará algunas declaraciones verdaderamente asombrosas sobre la existencia, la naturaleza, y la eficacia del poder encubierto.
Tanto en Tragedy and Hope como en The Anglo-American Establishment, Quigley revela la existencia de una red secreta que se formó para poner a "todas las partes habitables del mundo" bajo su control.[4]
Tengo conocimiento de las operaciones de esta red porque la he estudiado durante veinte años y, a principios de 1960, se me autorizó a examinar sus documentos y registros secretos. No profeso ninguna aversión a ella o a la mayoría de sus objetivos; durante gran parte de mi vida, he estado cerca de ella y de muchos de sus instrumentos. Me he opuesto, tanto en el pasado como recientemente, a algunas de sus políticas... pero en general mi principal diferencia de opinión es su deseo de mantenerse en el anonimato, y creo que su papel en la historia es lo suficientemente importante para darse a conocer.[5]
Quigley nos dice que esta adinerada "red anglófila" coopera con cualquier grupo que pueda ayudarle a alcanzar su objetivo[6] (esto incluye a los comunistas, que, aparentemente, parecerían ser el enemigo declarado de los poderosos conspiradores capitalistas). Él narra cómo la Red se creó a finales de 1800 en Inglaterra y de inmediato comenzó a crear grupos ocultos de apoyo. Para 1919, ya había formado el Instituto Real de Asuntos Internacionales (también conocido como Chatham House), y llegó a crear otros institutos extremadamente poderosos dentro de "los principales dominios británicos y en los Estados Unidos."[7] Ocultándose detrás de estos grupos, la Red comenzó en secreto el ejercicio de su poder.
En los Estados Unidos, el principal instituto fue llamado Consejo de Relaciones Exteriores (CFR), al que Quigley describe como "una fachada para J. P. Morgan y compañía."[8] En poco tiempo, la Red había ampliado sus operaciones extendiéndose como un cáncer en nuestras universidades, medios de comunicación, y sobre todo en la "política internacional" del gobierno.
Sobre esta base, que fue originalmente financiera y se remonta a George Peabody,[9] surgió en el siglo XX una estructura de poder entre Londres y Nueva York, que penetró profundamente en la vida universitaria, la prensa y la práctica de la política internacional. En Inglaterra, el centro fue el Grupo de la Mesa Redonda, mientras que en Estados Unidos fue J. P. Morgan y Compañía, o sus sedes locales en Boston, Filadelfia y Cleveland.
La sede americana de este "Establecimiento Inglés" ejerció gran parte de su influencia a través de cinco periódicos estadounidenses (The New York Times, New York Herald Tribune, Christian Science Monitor, The Washington Post, y el tan lamentado Boston Evening Transcript). De hecho, el editor del Christian Science Monitor era el reportero jefe estadounidense (de forma anónima)... Cabe mencionar que la existencia de este eje Anglo-Americano de Wall Street es bastante obvio una vez que ha sido señalado.[10]
Si la idea de que poderosos conocedores de Wall Street se unieran extranjera secreta para establecer el dominio sobre todas las "partes habitables del mundo" y penetrar con éxito "en la vida universitaria, la prensa, y la práctica de la política internacional" le suena como algo que usted debió haber escuchado, tiene usted razón. De no haber escuchado sobre esto antes, el secreto está contenido en la historia en sí. (La exitosa "penetración" en las universidades, la prensa y el gobierno ha demostrado ser muy útil para aquellos que desean "permanecer en el anonimato")
El Instituto de Relaciones del Pacífico (IPR)
Quigley suministra muchos ejemplos de infiltraciones y manipulaciones de la Red. Por ejemplo, en las páginas 132 y 953 de Tragedy and Hope, él revela otro "grupo oculto" llamado Instituto de Relaciones del Pacífico (IPR). Debido a que el IPR proporciona información de valor incalculable sobre el carácter engañoso y el verdadero poder de la Red, lo vamos a cubrir brevemente aquí. Vamos a comenzar con el informe final de una investigación del Senado de los Estados Unidos sobre el IPR. Establece, en parte:
El IPR ha sido considerado por el Partido Comunista de Estados Unidos y por los funcionarios soviéticos como un instrumento de la política comunista, la propaganda y la inteligencia militar. El IPR divulgó y buscó popularizar información falsa incluyendo información procedente de fuentes soviéticas y comunistas... El IPR fue un vehículo utilizado por los comunistas para orientar las políticas Americanas hacia el lejano oriente hacia objetivos comunistas.[11]
Para una persona ordinaria, parece una locura sugerir que una red de capitalistas súper-ricos conspiraba en secreto para alcanzar el control del mundo. Pero suena aún más loco el acusar a estos mismos adinerados capitalistas de la utilización de su enorme riqueza y poder para popularizar un sistema de gobierno (comunismo) que, al menos en teoría, daría lugar a la destrucción de toda su riqueza y poder. ¿Seguramente, si una historia tan increíble fuera verdad, la prensa libre lo habría gritado a los cuatro vientos... verdad? Falso. Avancemos un momento y veamos cómo Quigley describió el encubrimiento de la investigación del Senado por parte de los medios de comunicación dirigidos por la Red:
Pronto se hizo evidente que las personas de inmensa riqueza no iban a estar contentas si la investigación llegaba demasiado lejos y que los "más respetados" periódicos del país, estrechamente vinculados con estos hombres pudientes, no estarían muy emocionados sobre cualquier [revelación] que hiciera que la publicidad valiera la pena, en términos de votos o contribuciones de campaña.[12]
Como esto lo demuestra, la Red comprende totalmente la gran importancia de controlar la opinión pública. Esto también nos da un atisbo de cómo puede hacerlo. (Si una verdad tan inquietante no se informa en un "respetado" canal de noticias, es como si no existiera. La inmensa mayoría de los ciudadanos permanecerán por siempre ignorantes.) Además, en este caso concreto, cualquier senador que insista en llevar la investigación "demasiado lejos" seguramente tendría que enfrentar una campaña de desprestigio por parte de la misma prensa que optó por ignorar la historia del IPR. Poco después, la "gente de inmensa riqueza" que ordenó la campaña de difamación podría tomar represalias también en el aspecto financiero; desplazando todas las futuras contribuciones de campaña a un candidato más sumiso.
No hace falta decir que este tipo de influencia puede afectar drásticamente la cantidad de atención que un problema recibe en los medios de comunicación. El mérito y la importancia de una historia con frecuencia toman una posición secundaria de acuerdo a los deseos de aquellos individuos que tienen el poder para mantenerlo en secreto. Es importante decir que tácticas de control similares pueden ser aplicadas también en otras áreas. Tenga presente al leer el siguiente resumen corto sobre las actividades del IPR, que el esquema para dirigir la opinión y la política no ha cambiado.
En el año 1951, el Subcomité de Seguridad Interna del Comité Judicial del Senado, llamado el "Comité McCarran"… trató de demostrar que China había sido controlada por los comunistas mediante acciones deliberadas de un grupo de expertos académicos en el Lejano Oriente y de compañeros de viaje comunistas cuyo trabajo en esa dirección fue controlado y coordinado por el Instituto de Relaciones del Pacífico (IPR). La influencia de los comunistas en el IPR está bien establecida, pero el patrocinio de Wall Street es menos conocido.
Tanto como la sede del IPR como la del Consejo Americano de IPR funcionaban en Nueva York y estuvieron estrechamente asociadas en una base convergente. Cada una gastó cerca de 2,5 millones de dólares [cerca de $ 30 millones si se ajusta por la inflación] durante el periodo que va desde 1925 hasta 1950, de los cuales alrededor de la mitad, en cada caso, provino de la Fundación Carnegie y la Fundación Rockefeller (que a su vez fueron grupos convergentes controlados por una alianza de intereses de Morgan y Rockefeller en Wall Street). Gran parte del resto... procedía de empresas muy cercanas a estos dos participantes de Wall Street, como Standard Oil, International Telephone and Telegraph, International General Electric, The National City Bank, y The Chase National Bank.[13]
Sobre la influencia de la Red en la política del Lejano Oriente:
Existe una significativa verdad en la… aseveración de que los expertos americanos en China se organizaron en un grupo único que tenía un consenso general de un personaje de izquierda. También es cierto que este grupo, desde su control de recursos, recomendaciones académicas y oportunidades de investigación o de publicación, podrían favorecer a aquellas personas que aceptaran el consenso establecido y podrían perjudicar financieramente o en su progreso profesional, a las personas que no lo aceptaran. También es cierto que el grupo establecido, por su influencia en la reseña de libros en The New York Times, el Herald Tribune, el Saturday Review, algunas revistas, incluyendo los "semanarios liberales", y en revistas profesionales, podría favorecer u obstaculizar la carrera de cualquier especialista. También es cierto que esto fue hecho en los Estados Unidos en relación con el Lejano Oriente por el Instituto de Relaciones del Pacífico, organización que habría sido infiltrada por comunistas y simpatizantes, y que gran parte de la influencia de este grupo surgió a partir de su acceso y control sobre el flujo de fondos de fundaciones financieras a actividades académicas.[14]
La adjudicación de puestos de trabajo en el Lejano Oriente requerían de aprobación o recomendación por parte de los miembros de IPR. Por otra parte, el acceso a la publicación y recomendación para posiciones académicas en un puñado de grandes universidades norteamericanas interesadas en el Lejano Oriente requerían de un patrocinio similar. Y, finalmente, no cabe duda de que los trabajos de consultoría sobre asuntos del Lejano Oriente en el Departamento de Estado u otras agencias gubernamentales se limitaron en gran medida a las personas autorizadas por el IPR. Los individuos que publicaban, tenían dinero, encontraban trabajo, eran consultados, y que fueron nombrados de forma intermitente para misiones gubernamentales eran aquellos que eran tolerantes con la línea del IPR.[15]
Increíblemente, luego de admitir todo esto, Quigley de alguna manera concluye:
Los cargos... aceptados y que proliferaron por parte de los neo-aislacionistas en la década de 1950 y por la derecha radical en la década de 1960, en cuanto a que China estaba "perdida" debido a este grupo, o que los miembros de este grupo fueron desleales a los Estados Unidos, o comprometidos en espionaje, o eran participantes en una conspiración consciente, o que todo el grupo estaba controlado por agentes soviéticos o incluso por comunistas, no son ciertos.[16]
En defensa de Quigley, la última parte de su declaración es obviamente precisa: el grupo no estaba controlado "por agentes soviéticos o incluso por comunistas" por el contrario, según el propio Quigley, el grupo estaba controlado por una red secreta de individuos que no tenían aversión a cooperar con los comunistas, o cualquier otro grupo, y con frecuencia lo hacían.[17] "¿Pero, acaso éste hecho de alguna manera los exonera de un cargo de "deslealtad"? ¿Cambia la naturaleza de su "conspiración consciente" a fabricar "consenso" sobre la política de Estados Unidos hacia China? ¿Reduce su impacto sobre el destino final de China? No.
Este es uno de los muchos casos en que Quigley expresa una clara parcialización hacia la Red y sus instrumentos. Claramente, este sesgo nubla su juicio. Por ejemplo, se describe en repetidas ocasiones el engaño metódico de la Red a los demás, pero aparentemente nunca se pregunta si él también pudo haber sido engañado. Él describe la matanza de sus políticas "equivocadas", pero sus buenas intenciones son siempre dadas por sentado sin pensarlo dos veces.
Al combinar este sesgo favorable, con su abierto desagrado por "la derecha radical" y los "neo-aislacionistas", es inevitable llegar a conclusiones pobremente consideradas. Su rechazo ocasional al papel del IPR en el destino de China proporciona un ejemplo brillante. Que Quigley puede admitir que el IPR tenía un enorme poder económico y político, una agenda específica, y de hecho logró sus objetivos, pero en realidad atribuye el ascenso de Mao Zedong únicamente a la "incompetencia y la corrupción" del régimen de Chiang Kai-shek es difícil de explicar.[18]
Nota al margen: Vale la pena aclarar que poco tiempo después de la creación del IPR en el año 1925, la guerra civil en China empezó convenientemente. Una posible razón (conjetura) de por qué la Red podría haber preferido un régimen comunista en China se encuentra en la siguiente declaración:
Desde el punto más amplio de vista, la situación era esta: La rivalidad entre las dos superpotencias [los Estados Unidos y la Unión Soviética] podría ser equilibrada y sus tensiones reducidas solamente por la aparición de otra gran potencia en la masa terrestre de Eurasia. Había tres posibilidades para esto: Una Europa Occidental próspera y federada, India o China. La primera fue esencial; uno de las otras era muy conveniente; y, posiblemente, las tres podrían ser alcanzables, pero en ningún caso era esencial, o incluso deseable, que la nueva gran potencia se aliara con Estados Unidos.
Si la Unión Soviética hubiese sido acorralada por los aliados de Estados Unidos, se hubiera sentido amenazada por los Estados Unidos, y hubiese buscado seguridad a través de una explotación más intensa de sus recursos en una dirección militar, con un aumento natural de la tensión mundial. Si, por el contrario, la Unión Soviética hubiese sido acorralada por al menos dos grandes potencias neutrales, se le hubiera podido impedir una fuerte expansión por (1) la resistencia inicial de estas grandes potencias y (2) la posibilidad de que estas potencias hicieran una alianza con Estados Unidos si la Unión Soviética hubiera puesto presión sobre ellas.[19]
El "Gran Juego" de jugar de un lado a otro, participando en políticas de "equilibrio de poderes", se discute muchas veces a lo largo del libro de Quigley. He incluido la referencia anterior sólo porque proporciona un motivo potencialmente lógico (al menos lógico en el sentido "Realpolitik" de la palabra) de la política de la Red hacia China.
Ahora, regresando a la caracterización de Quigley sobre el escándalo del IPR y la posterior falta de cobertura mediática a que se hizo referencia anteriormente: como resultado de la presión impulsada por la "derecha radical", la Red de repente se encontró siendo el blanco de dos investigaciones del Congreso. Quigley describe la segunda de estas investigaciones, el Comité Reece, de esta manera:
Una comisión del Congreso, siguiendo hacia atrás hasta el origen de los hilos que llevaban desde comunistas confesos como Whittaker Chambers, a través de Alger Hiss, y la Fundación Carnegie hasta Thomas Lamont y the Morgan Bank, cayó en una complicada red de fundaciones entrelazadas exentas de impuestos. El 83º Congreso en julio de 1953 estableció un Comité Especial encargado de investigar las fundaciones exentas de impuestos con el representante B. Carroll Reece, de Tennessee, como presidente. Pronto se hizo evidente que las personas de inmensa riqueza no estarían contentas si la investigación iba demasiado lejos y que los "más respetados" periódicos del país, estrechamente vinculados con estos hombres de riqueza, no se sentirían muy emocionados sobre cualquier [revelación] que hiciera que la publicidad valiera la pena, en términos de votos o contribuciones de campaña. Un interesante informe que muestra las asociaciones izquierdistas con nexos entrelazados de las fundaciones exentas de impuestos fue emitido en 1954 de manera bastante silenciosa. Cuatro años más tarde, el asesor general del Comité Reece, René A. Wormser, escribió un sorprendido, pero no sorprendente libro sobre el tema llamado Foundations: Their Power and Influence.[20]
Quigley cierra este capítulo sobre la Red con lo siguiente:
Los círculos financieros de Londres y de la parte Este de los Estados Unidos... reflejan una de las influencias más poderosas en la historia de Estados Unidos y del mundo en el siglo XX. Los dos extremos de este eje de habla inglesa a veces han sido llamados, quizás en tono de burla, los Establecimientos Inglés y Americano. Hay, de todas maneras, cierto grado de verdad detrás de la broma, una verdad que muestra una estructura de poder muy real. Es esta la estructura de poder que la derecha radical en los Estados Unidos ha estado atacando desde hace años con la convicción de que están atacando a los comunistas.[21]
Una vez más, como Quigley describe, la estructura de poder que se expone no es fiel al comunismo, socialismo, fascismo, o capitalismo. La Red no tiene inconveniente en explotar la retórica de cualquier movimiento o ideología, sostener a cualquier dictador o tirano, y apoyar a cualquier modelo económico o político, siempre que esté a favor de su principal objetivo. Ese objetivo que es, poner "a todas las partes habitables del mundo bajo su control", es tan antiguo como el ansia de poder mismo. La muerte y el sufrimiento que sus medidas han causado en pos éste objetivo no se pueden calcular, pero les ha permitido continuar con lo que hacen y seguir trayendo más de lo mismo. Como W. Cleon Skousen declara en The Naked Capitalist:
Como yo lo considero, la gran contribución que el Dr. Carroll Quigley hizo de manera involuntaria al escribir Tragedy and Hope fue ayudar a que los estadounidenses se dieran cuenta del desprecio absoluto que los líderes de la Red tenían por la gente común. Los seres humanos son tratados en masa como marionetas indefensas en un tablero de ajedrez internacional en el que los gigantes de poder político y económico los someten a guerras, revolución, conflictos civiles, confiscación, subversión, adoctrinamiento, manipulación y engaño.
Skousen ha dado en el clavo. Tragedy and Hope reveló algo incluso más importante que "una de las influencias más poderosas del siglo XX en la historia de Estados Unidos y del mundo." De forma inadvertida reveló el modo de pensar de quienes ejercen ese poder. Se expone la increíble arrogancia e hipocresía de aquellos que creen tener el derecho de gobernar a miles de millones de seres humanos.
Si éste libro tiene un propósito, es revelar la actitud y la naturaleza inherente de los que tratan de dominar a los demás. No se preocupe de recordar todas las fechas y los nombres que han sido enumerados. No se preocupe por recordar todos los eventos específicos. (Toda esa información siempre estará aquí si usted necesita consultarla de nuevo.) En su lugar, considere simplemente verificar lo siguiente: no hay mentira que estos hombres no vayan a decir. No hay crimen que no vayan a cometer. La única medida de "correcto" e "incorrecto", en su opinión, es si sus tácticas tienen éxito o fracasan. Esto puede sonar como una hipérbole ahora, pero al final de este pequeño libro usted va a entender el sentido de esta afirmación. (El juego de la Red es ganado por aquellos que calculan correctamente, y las consideraciones morales no hacen más que impedir el cálculo exacto.)
Introducción a Realpolitik
Henry Kissinger personifica la esencia de la forma de pensar de la Red. En su libro Diplomacy, él introduce a sus lectores a los conceptos amorales de raison d'état (traducido como "razones de estado", o los intereses del estado) y Realpolitik. La base de ambos conceptos, según explica Kissinger, es que los hombres individuales pueden ser juzgados negativamente por razones morales, pero los gobiernos no. Cuando se trata de la acción del gobierno, el único juicio adecuado se basa en si el gobierno logra sus objetivos.[22] A lo largo de su libro, Kissinger elogia a aquellos que son lo suficientemente capaces de gobernarse por estos conceptos y prácticamente se burla de aquellos que se oponen a los llamados motivos "morales".
En elogio del cardenal de Richelieu (un estadista francés del siglo XVII), Kissinger escribe:
Aunque privadamente religioso, [Richelieu] veía sus funciones como ministro en términos completamente seculares. La salvación podría ser su objetivo personal, pero para Richelieu, el estadista, era irrelevante. "El hombre es inmortal, su salvación está de aquí en adelante", dijo una vez. "El estado no tiene inmortalidad, su salvación es ahora o nunca." En otras palabras, los estados no reciben crédito en cualquier parte del mundo por hacer lo correcto; sólo son recompensados por ser lo suficientemente fuertes para hacer lo que es necesario.[23]
Como Primer Ministro del Rey, [Richelieu] subsume tanto la religión como la ética a raison d'état, su luz orientadora.[24]
Richelieu era en realidad el manipulador descrito, y aprovechó la religión [como una herramienta de manipulación]. Él sin duda habría respondido que simplemente había analizado el mundo como era, como lo hacía Maquiavelo. Al igual que Maquiavelo, bien podría haber preferido un mundo de sensibilidad moral más refinado, pero estaba convencido de que la historia juzgaría su habilidad política por lo bien que había usado las condiciones y los factores que le fueron dados para trabajar.[25]
Para esclarecer, según el pensamiento de un hombre de estado como Kissinger, las leyes morales y legislativas que limitan las acciones de los hombres ordinarios no se aplican a unos pocos elegidos. Para escapar de la rendición de cuentas, la clase dominante sólo tiene que invocar el nombre del estado. Esto, por supuesto, es la misma posición que tenían los gobernantes del pasado que justificaban el robo, el engaño, la tortura, la esclavitud y la masacre en el nombre de Dios. La táctica sencillamente se ha modernizado. Nuestros nuevos gobernantes han sustituido "el estado" por Dios. Y convenientemente para ellos, son el estado... y no cualquier estado; son el estado emergente, omnipotente, mundial.
Aunque los ciudadanos han sido condicionados a creer que sus hombres de Estado y los instrumentos de gobierno están en esa posición para servirles, nada podría estar más alejado de la realidad. Tanto los instrumentos como los hombres de estado son parte de un aparato institucional que existe para el beneficio de aquellos que lo controlan. Dicho de forma diferente: el estado no es más que un conjunto de hombres y mujeres que dirigen los recursos y las políticas de gobierno. Contrariamente a la creencia popular, es una institución que existe por sí misma, para asegurar su propia "salvación", y para evitar el surgimiento de cualquier cosa que pudiera desafiar su poder.
Esta es la cruda realidad, y algunos seguramente se opondrán diciendo que el estado moderno es diferente. Después de todo, se basa en el consentimiento de las personas. Las elecciones democráticas permiten a los ciudadanos votar por quienes serán sus líderes. Se puede elegir entre republicanos o demócratas. Ellos los pueden expulsar de sus puestos si no cumplen sus promesas de campaña.
¿Pero qué pasa si nuestro llamado gobierno representativo es toda una ilusión cuidadosamente elaborada? ¿Qué pasa si la Red escoge los candidatos por los que votamos? ¿Qué pasa si los "expertos" de la Red, y no las figuras decorativas colocadas en posiciones oficiales del poder, son los que en última instancia determinan la política del gobierno? ¿Qué pasa si ambos partidos políticos, derecha e izquierda, son controlados por exactamente las mismas personas? Quigley alumbra un poco este tema, así:
El argumento de que los dos partidos deben representar ideales y políticas opuestas, uno quizás de derecha y otro de izquierda, es una idea tonta aceptable sólo para doctrinarios y pensadores académicos. En su lugar, los dos partidos deben ser casi idénticos, de modo que el pueblo estadounidense puede "sacar a los villanos" en cualquier elección sin dar lugar a cambios profundos en la política.[26]
Quigley incluso va más allá al describir el sistema que ahora está emergiendo:
Es cada vez más claro que, en el siglo XX, el experto reemplazará ... al elector democrático en el control del sistema político ... Se espera que, los elementos de elección y libertad puedan mantenerse para la persona ordinaria en la que ella puede tener la libertad de hacer una elección entre dos partidos políticos opuestos (incluso si estos grupos tienen una opción política pequeña dentro de los parámetros de la política establecida por los expertos) ... en general, su libertad y elección serán controlados dentro de alternativas muy estrechas.[27]
¿Esta declaración lo alarma? Esperemos que sí.
Enfrentando La Realidad
Usando el trabajo de Quigley como punto de partida, este libro resaltará el cómo un pequeño grupo de hombres dominantes fueron capaces de asegurar el control de la política local, nacional, continental e incluso global. Aunque el poder de esta Red no es completo, se está moviendo inexorablemente en esa dirección. Sin un mayor conocimiento (y resistencia), su estado general no elegido e irresponsable se convertirá en una realidad. Y aunque la ilusión de que la soberanía nacional va a ser mantenida, la libertad de los ciudadanos del mundo "va a ser controlada dentro de unas alternativas muy estrechas."
Antes de pasar al siguiente capítulo, aquí están algunas de las ideas clave que vamos a cubrir en este libro:
- El poder real no es elegido. Los políticos cambian, pero la estructura de poder no. La Red opera tras bastidores, para su propio beneficio, sin tener que consultar a aquellos que se ven afectados por sus decisiones.
- La Red se compone de personas que prefieren el anonimato. Ellos están "satisfechos de poseer la realidad en lugar de la apariencia del poder".[28] Este enfoque de poder ejercido en secreto es común a través de la historia, ya que protege a los conspiradores de las consecuencias de sus acciones.
- La táctica principal para dirigir la opinión pública y la política de "gobierno" es colocar servidores dispuestos en posiciones de liderazgo de instituciones de confianza (los medios de comunicación, universidades, gobiernos, fundaciones, etc.). Si alguna vez se presenta una reacción importante en contra de una política determinada, el servidor puede ser reemplazado. Esto deja sin daño alguno tanto a la institución como a las personas que realmente dirigen su poder.
- Históricamente, los que establecen sistemas sofisticados de dominación no sólo son muy inteligentes; sino que también son sumamente engañosos e implacables. Ellos ignoran completamente las barreras éticas que rigen el comportamiento de un ser humano normal. Ellos no creen que las leyes morales y legislativas, que se espera que otros acaten, se apliquen a ellos. Esto les da una enorme ventaja sobre las masas que no pueden adivinar fácilmente su modo de pensar.
- Los avances en la tecnología han permitido a los gobernantes modernos dominar áreas cada vez más grandes en el mundo.[29] Como resultado, la esencia de la soberanía nacional ya ha sido destruida, y lo que queda de su caparazón está siendo desmantelado lo más rápido posible. El nuevo sistema que están construyendo (que ellos mismos consideran como un Nuevo Orden Mundial), intercambiará la ilusión existente de un gobierno dirigido democráticamente por su largamente buscada tecnocracia autoritaria "dirigida por expertos".[30]
Sin duda, es difícil aceptar estas declaraciones cuando se escuchan por primera vez. Ellas desafían nuestra visión del mundo y nos obligan a reconsiderar todo aquello en lo que hemos aprendido a creer. Es mucho más fácil rechazar estos hechos sin más investigación; es más fácil aceptar mentiras reconfortantes que calmen nuestras ansiedades. Pero esto, por supuesto, es definitivamente lo contrario de lo que se debe hacer. Si dejamos que nos manipulen, estamos dando poder a la Red a costa nuestra.
Edward Bernays, quizá más que nadie, ayudó a establecer el sistema moderno de manipulación pública. Basándose en las técnicas psicoanalíticas de su tío, Sigmund Freud, Bernays llegó a conocerse como el padre de la propaganda.[31] Su baja estima por las masas se expresa mejor en sus propias palabras. Las siguientes citas están tomadas de su libro Propaganda:
Ningún sociólogo serio puede creer que la voz del pueblo expresa alguna idea divina o en especial sabia y noble. La voz del pueblo expresa la mente del pueblo, y esa mente está constituida por los líderes de los grupos... y por aquellas personas que entienden la manipulación de la opinión pública.
Si comprendemos el mecanismo y los motivos de la mente colectiva, ¿no es posible controlar y regir las masas según nuestra voluntad sin que ellos se den cuenta?
Sea cual sea la actitud que uno elija adoptar hacia esta condición... estamos dominados por un pequeño número de personas que entienden los procesos mentales de las masas. Son ellos los que mueven los hilos que controlan la mente pública e inventan nuevas formas de guiar el mundo.
Las campañas políticas de hoy en día no son más que teatro ... Un candidato presidencial puede ser "elaborado" en respuesta a una "demanda popular abrumadora", pero es bien sabido que su nombre puede ser escogido por media docena de hombres sentados alrededor de una mesa en la habitación de un hotel.
La manipulación consciente de las masas es un elemento importante en la sociedad democrática. Aquellos que manipulan este mecanismo oculto de la sociedad constituyen un gobierno invisible que es el verdadero poder gobernante de nuestro país.
Bertrand Russell, historiador, filósofo, matemático, Co-fundador de la filosofía analítica,[32] y experto en el "método científico" de la manipulación humana, describe una "sociedad de expertos" global de la siguiente manera:
La sociedad de los expertos controlará la propaganda y la educación. Enseñará lealtad al gobierno mundial, y convertirá al nacionalismo en alta traición. El gobierno, siendo una oligarquía, infundirá la sumisión en la gran mayoría de la población... Es posible que puedan inventar formas ingeniosas de ocultar su propio poder, dejando las formas de democracia intacta, y permitiendo que los plutócratas o políticos piensen que ellos están controlando inteligentemente estas formas... cualesquiera que estas formas externas puedan ser, todo el poder real estará concentrado en las manos de aquellos que entienden el arte de la manipulación científica.[33]
Los proveedores de la ilusión democrática nos aseguran que las conspiraciones sofisticadas y poderosas sociedades secretas sólo existen en la mente de los paranoicos y extremistas. Sus promesas son una mentira. Con Quigley como nuestro guía, localizaremos los orígenes y operaciones de la Red que, mediante "el encubrimiento de su propio poder," busca secretamente dominar nuestro mundo.
Notas
[1] Quigley, Evolution of Civilizations, página 101 ↩
[2] Wikipedia, Carroll Quigley ↩
[3] http://en.wikipedia.org/wiki/Carroll_Quigley Carta a Peter Sutherland, Diciembre 9, 1975; reimpresa en Conspiracy Digest (Verano de 1976), y reimpresa nuevamente en American Opinion (April 1983), página 29 ↩
[4] Tragedy and Hope, página 131 ↩
[5] Tragedy and Hope, página 950 (A lo largo de este libro, a menos que se indique lo contrario, se ha añadido todo el énfasis en el texto citado.) ↩
[6] Tragedy and Hope, página 950 ↩
[7] Tragedy and Hope, página 132 ↩
[8] Tragedy and Hope, página 952 ↩
[9] Mientras estamos en el tema de los grupos ocultos, vale la pena señalar que los intereses de Rothschild probablemente utilizan a Morgan como testaferro. En The Secrets of the Federal Reserve, Eustace Mullins escribe en la página 49: "Poco después de llegar a Londres, George Peabody se sorprendió al ser convocado a una audiencia con el rudo Barón Nathan Mayer Rothschild. Sin pelos en la lengua, Rothschild le dijo a Peabody, que a gran parte de la aristocracia de Londres no les gustaban los Rothschild y rechazaron sus invitaciones. Propuso que Peabody, un hombre de recursos modestos, fuera establecido como un anfitrión espléndido cuyos entretenimientos pronto serían la comidilla de Londres. Rothschild, por supuesto, pagaría todas las cuentas. Peabody aceptó la oferta, y pronto se hizo conocido como el anfitrión más popular en Londres. No es de extrañar que el anfitrión más popular en Londres también se convertiría en un hombre de negocios muy exitoso, particularmente con la Casa de los Rothschild apoyándolo detrás de las escenas." Quigley reconoce que la Firma Morgan se originó como George Peabody y Compañía (en las páginas 326 y 945 de Tragedy and Hope). ↩
[10] Tragedy and Hope, página 953 ↩
[12] Tragedy and Hope, página 955 ↩
[13] Tragedy and Hope, página 946 ↩
[14] Tragedy and Hope, página 935 ↩
[15] Tragedy and Hope, página 947 ↩
[16] Tragedy and Hope, página 935 ↩
[17] Tragedy and Hope, página 950 ↩
[18] Tragedy and Hope, página 935 ↩
[19] Tragedy and Hope, página 1048 ↩
[20] Tragedy and Hope, página 955 ↩
[21] Tragedy and Hope, página 956 ↩
[22] Henry Kissinger, Diplomacy, páginas 34, 58, 103 + ↩
[23] Diplomacy, página 61 ↩
[24] Diplomacy, página 64 ↩
[25] Diplomacy, página 65 ↩
[26] Tragedy and Hope, página 1247 ↩
[27] Tragedy and Hope, página 866 ↩
[28] Quigley, The Anglo-American Establishment, página 4 ↩
[29] Tragedy and Hope, página 1206 ↩
[30] Tragedy and Hope, páginas 866, 1200, 1201 ↩
[31] Wikipedia, Edward Bernays ↩
[32] Wikipedia, Bertrand Russell ↩
[33] The Scientific Outlook, página 175 ↩
-- Contribuyentes
-- Introducción - Por G. Edward Griffin
-- Capítulo 1 - Democracia
-- Capítulo 2 - Poder detrás del trono
-- Capítulo 3 - La Red se apodera de América
-- Capítulo 4 - Dinero: El instrumento definitivo
-- Capítulo 5 - El problema - la solución
-- Capítulo 6 - Los Gobernantes se Representan a Sí Mismos
-- Capítulo 7 - Hundir a la Liga - Elevar los fascistas
-- Capítulo 8 - Hombres Falsos y Conspiradores
-- Capítulo 9 - Revisitando la Realpolitik
-- Pensamientos Finales / Lecturas recomendadas